viernes, 7 de enero de 2011

No te echaba de menos



Oh… ya tardabas en llegar…

Tan solo han pasado 8 días.

8 días tan solo para darme cuenta de nuevo, que todo es deprimente.

Por eso sería estúpido retomar viejos pensamientos que punzan. Los de hoy lo hacen de lo lindo.

Hoy todo duele y nada daña. Que aspiración albergas cuando tu puerta está casi cerrada. Es deprimente. Pero lo que más duele no es dejar la vida, sino abandonar lo que le da sentido.

No me gusta verme sola. En la soledad puedo ver quien soy bajo la piel. Y no me gusta. Fue entonces cuando sentí con intensidad repugnante la necesidad de gritar y llorar con la fuerza justa para desquebrajar mis cuerdas vocales. Escuchaba el azote de la lluvia en las ventanas y me parecía como si los cristales estuvieran llorando conmigo.

Llegados a este punto prefiero agarrar mi almohada e intentar asfixiar mi odio y depresión por descubrir cual es la que opone más resistencia. Justo aquí.. en este punto, me siento vulnerable. Nunca sabes donde está tu límite. Porque nunca llegaste a final. Y es como todo: lo verdadero es un momento de lo falso.

A veces pienso que siempre he tomado las decisiones más importantes sin enterarme, no todas.

Pero es justo en medio de esa situación límite en la que rasca la puerta entreabierta esa vida deliciosa. Ese peludo que camina a cuatro patas. Que cuando me localiza, mueve el rabo y lanza un ladrido que hace volver mi mente al lugar coherente que pertenece.

Me salvaste una vez más.


Hay veces que buscando ciertas cosas encuentras otras por el camino. También en la vida. Eso es lo que me sucedió al dar con un cuaderno en que tenía garabateadas mil cosas, sin orden...


* frases en cursiva: Etxebarría, L. (1999) Beatriz y los cuerpos celestes o Tierra de por medio.

jueves, 6 de enero de 2011

Qué voz mientras durante fue la primera vez



La pasión hace que uno deje de comer, de dormir, de trabajar, de estar en paz. Mucha gente se asusta porque, cuando aparece, derrumba todas las cosas viejas que encuentra.


Nadie quiere desorganizar su mundo. Por eso, mucha gente consigue controlar esa amenaza, y es capaz de mantener en pie una casa o una estructura que ya está podrida. Son los ingenieros de las cosas superadas.

Otra gente piensa exactamente lo contrario: se entrega sin pensar, esperando encontrar en la pasión las soluciones para todos sus problemas. Descarga sobre la otra persona toda la responsabilidad por su felicidad, y toda la culpa por su posible infelicidad. Está siempre eufórica porque algo maravilloso sucedió, o deprimida porque algo inesperado acabó destruyéndolo todo.

Apartarse de la pasión, o entregarse ciegamente a ella, ¿cuál de las dos actitudes es la menos destructiva?

No sé.

"Diario de María, dos días después de que todo volviera a la normalidad"


sábado, 1 de enero de 2011

Haz que esto continúe por siempre



Pureza es la que se pierde mientras juegas con tu vida. De una manera u otra, la vamos perdiendo.


Auxilio, lo he hecho de nuevo. He estado aquí varias veces antes.


Hoy me he perdido de nuevo a mí misma, y la peor parte es que no hay nadie a quien culpar.

Envuélveme con tus brazos y abrázame fuerte para no dejarme olvidar el camino.


Despliégame, soy pequeña y necesitada. Dame calor y respírame.

Vaya. Me he perdido de nuevo. Me perdí a mi misma y no hay lugar donde encontrarme.

Si, pienso que tal vez me puedo quebrar. Me he perdido de nuevo y no me siento a salvo.


No permitas que esto se convierta en algo que no es. Y aunque sólo puedo darte todo lo que tengo, no dejo espacio para arrepentirme.

Porque no puedo estar tan arrepentida como tú piensas que debería estarlo. Y te amo más de lo que cualquiera pudiera.


Todo lo que sigo pensando a lo largo de toda esta pelea, es si pudiera tomar toda mi maldita vida para hacer esto bien, porque del mástil astillado del que me aferro no me salvará por mucho.


La última razón es que hemos pasado por cosas mucho peores antes. Me sentí conectada a algo tan intenso como el peso del agua. La manera en que me enseñaste cómo aprender todo lo que he aprendido.


Tu última palabra en la última frase que siempre pronunciaste, fue amor.


Y no sé hacia dónde mirar. Mis palabras tan sólo rotas y desvanecidas.


Por favor, envuélveme con tus brazos y abrázame fuerte para no dejarme olvidar el camino.